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Controversia global: EE. UU. acoge a primeros refugiados Sudafricanos en medio de críticas internacionales

Un avión chárter despegó este domingo del Aeropuerto Internacional OR Tambo con destino a Estados Unidos, transportando a 49 ciudadanos sudafricanos blancos que han sido reconocidos por el gobierno de Donald Trump como refugiados. La medida, sin precedentes en la política migratoria reciente, ha desatado una oleada de críticas por parte de activistas, autoridades sudafricanas y organizaciones internacionales.

Los pasajeros, todos afrikáners —miembros de la minoría blanca que históricamente lideró el régimen del apartheid—, alegan haber sido víctimas de violencia, discriminación racial y exclusión laboral en su país. Tras apenas tres meses desde que la administración Trump firmara una orden ejecutiva que facilita su ingreso como refugiados, el primer grupo ha comenzado su proceso de reasentamiento en territorio estadounidense.

Aunque el procedimiento tradicional para obtener asilo suele demorar años, este programa ha sido tramitado con una rapidez inusual. Las familias, que evitaron hablar con los medios por indicación de la embajada estadounidense, fueron vistas embarcando discretamente, mientras las fuerzas de seguridad impedían la interacción con la prensa.

La decisión ha sido ampliamente cuestionada. Activistas por los derechos de los migrantes consideran que este nuevo enfoque contradice el espíritu del sistema de refugio, diseñado para proteger a quienes huyen de conflictos armados, persecuciones sistemáticas o crisis humanitarias. Cabe destacar que, bajo la misma administración, EE. UU. ha bloqueado la entrada a miles de solicitantes provenientes de países devastados por guerras y hambrunas como Sudán, Siria o la República Democrática del Congo.

Incluso figuras prominentes dentro de la comunidad afrikáner han manifestado su descontento, alegando que sería más útil recibir apoyo para construir mejores condiciones dentro de Sudáfrica. “Ningún blanco en su sano juicio se quedaría en este país”, expresó Jaco van der Merwe, residente de Johannesburgo de 52 años, quien afirma haber sido víctima de ataques y discriminación. Sin embargo, otros consideran que la solución no debe ser el éxodo, sino el fortalecimiento del tejido social sudafricano.

El programa también ha tensado aún más la ya frágil relación diplomática entre Pretoria y Washington. El gobierno sudafricano denunció la medida como un acto políticamente motivado, diseñado para desacreditar al país y sus esfuerzos por reparar décadas de desigualdad. Las críticas se intensificaron después de que Trump acusara al gobierno de Cyril Ramaphosa de expropiar tierras a granjeros blancos, afirmación desmentida por expertos y no respaldada por evidencia.

El tema de la redistribución de tierras sigue siendo un punto de fricción en Sudáfrica. Aunque los blancos representan solo el 7 % de la población, poseen cerca de la mitad de las tierras agrícolas del país. Tras décadas de políticas segregacionistas, el gobierno ha intentado revertir estas desigualdades a través de reformas, pero la implementación ha sido lenta y plagada de obstáculos.

Este año, una ley que permite la expropiación sin compensación en casos específicos ha reavivado los temores entre ciertos sectores blancos, pese a que los expertos aseguran que su aplicación será excepcional y bajo revisión judicial.

Mientras tanto, el Departamento de Estado estadounidense ha confirmado que ya ha recibido más de 8,000 solicitudes de afrikáners sudafricanos. Aún no está claro cuántos serán admitidos ni en qué plazos.

El vuelo de este domingo marca el inicio de un programa polémico que, más allá de las fronteras, parece estar reconfigurando el significado del asilo en la era Trump. Para algunos, representa una oportunidad de empezar de nuevo; para otros, una distorsión del principio de refugio como derecho humano.

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