China redibuja el tablero latinoamericano: Lula en Pekín y el contragolpe al proteccionismo de Trump
Pekín, China – En una semana cargada de simbolismo geopolítico y estratégico, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, aterriza en Pekín para afianzar su acercamiento a China. La visita no es aislada: otros líderes y altos funcionarios latinoamericanos también se reúnen con el presidente Xi Jinping, consolidando la influencia de China en una región históricamente bajo la órbita de Washington. El telón de fondo es claro: el endurecimiento comercial de Donald Trump y su renovada versión de la Doctrina Monroe han abierto una ventana que Pekín está dispuesto a aprovechar.
Xi Jinping busca proyectar a China como un socio económico estable y un contrapeso al poder estadounidense. Durante los encuentros con Lula y otros representantes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), excluyendo deliberadamente a Estados Unidos y Canadá, el mensaje ha sido inequívoco: América Latina no debe someterse a tutelas externas. “Lo que los pueblos de Latinoamérica y el Caribe buscan es la independencia y la autodeterminación, no la llamada ‘nueva Doctrina Monroe’”, declaró Miao Deyu, viceministro de Asuntos Exteriores chino, en una crítica velada pero contundente a Washington.
Mientras Trump insiste en que la región debe priorizar su cercanía con Estados Unidos —como afirmó el secretario de Estado Marco Rubio al declarar que “pondremos nuestra región primero”—, los aranceles impuestos por su gobierno y las amenazas sobre el Canal de Panamá han minado la confianza de varios gobiernos latinoamericanos.
Lula, que encabeza la delegación regional en Pekín, ve en China no solo un comprador clave de materias primas, sino un actor central en la transición hacia un orden multipolar. “La estrategia de Lula es clara: diversificar las alianzas de Brasil, reducir la dependencia de Washington y reafirmar a Brasil como un líder influyente en un mundo cada vez más multipolar”, explica Matias Spektor, politólogo de la Fundação Getulio Vargas.
Pero la relación con China no está exenta de fricciones. Brasil ha elevado recientemente los aranceles sobre productos clave importados desde China, como acero y cable de fibra óptica, ante el temor de una avalancha de bienes baratos redirigidos desde el mercado estadounidense. La inquietud es compartida por otros países de la región, con una larga historia de proteccionismo industrial. “Aunque mantienen buenas relaciones con China, muchos gobiernos latinoamericanos se han movido casi en paralelo con Estados Unidos para proteger sus industrias”, señala Ryan Berg, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington.
El comercio entre China y América Latina alcanzó en 2024 los 519.000 millones de dólares, casi el doble que hace una década. Este intercambio está liderado por la compra de minerales, soya y productos agrícolas de Brasil, Perú y Chile, así como la venta de automóviles y electrodomésticos chinos que han saturado los mercados regionales. México, aunque más cauteloso debido a sus vínculos con Estados Unidos, se ha convertido en el principal destino latinoamericano de las exportaciones chinas, superando incluso a Brasil.
La presencia de Gustavo Petro, presidente de Colombia, y de otros líderes regionales en Pekín, refuerza la intención de China de consolidar una alianza política y económica sostenida. En paralelo, Xi Jinping proyecta su liderazgo global mediante constantes gestos diplomáticos. Su próxima visita a Brasil en el marco de la cumbre del grupo BRICS podría marcar un nuevo hito, mientras que la administración de Joe Biden se ha mostrado más distante con la región.
“La continuidad, la persistencia y la estrategia de Xi están dando frutos. América Latina está tomando nota, y no solo por conveniencia económica, sino por el deseo de autonomía en un mundo polarizado”, concluye Spektor.
A corto plazo, se espera que China aumente sus pedidos de productos brasileños, fortaleciendo un vínculo que, pese a las tensiones, sustenta buena parte de la estabilidad económica de Brasil. Para Lula, China es algo más que un mercado: es una pieza clave para reequilibrar el orden internacional. Y para Xi, América Latina es cada vez más un tablero donde jugar de igual a igual frente a Estados Unidos.