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Catatumbo en Llamas: Una Tragedia Recurrente en Colombia

El Catatumbo, una región de rica biodiversidad pero marcada por el abandono estatal y la violencia, se encuentra nuevamente en el centro del conflicto armado colombiano. La lucha territorial entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las FARC ha desatado una crisis humanitaria de gran magnitud: al menos 80 muertos y más de 30,000 desplazados en menos de una semana, según cifras oficiales.

Las imágenes que circulan en redes sociales reflejan un panorama desolador: familias huyendo en lancha, cadáveres en fincas, y disparos que resuenan en medio de paisajes rurales. Este episodio revive las memorias más oscuras del conflicto armado en Colombia, evidenciando cómo el narcotráfico, la ausencia estatal y la disputa por el control territorial perpetúan el ciclo de violencia.

Una región estratégica y castigada

El Catatumbo, ubicado en el noreste de Colombia y fronterizo con Venezuela, abarca municipios como Tibú, Ocaña y Sardinata, considerados clave por sus cultivos de coca, las rutas del narcotráfico y su topografía montañosa, ideal para el desplazamiento de guerrilleros y mercancías ilícitas.

Desde 2016, con la desmovilización de las FARC tras los acuerdos de paz, nuevos actores han llenado el vacío de poder en la región. El ELN y las disidencias de las FARC son los principales protagonistas de la actual confrontación. Estas facciones se disputan no solo los recursos económicos de la coca, que abarca unas 44,000 hectáreas, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, sino también el control de la población y el territorio.

mapa catatumbo

La reciente escalada de violencia

El detonante de los combates recientes fue un operativo militar del ELN contra las disidencias de las FARC, exigiendo la entrega de alias «Richard», un exfirmante de paz que retomó las armas. En estos enfrentamientos, han muerto firmantes de los acuerdos de paz, lo que subraya la fragilidad del proceso de reincorporación.

Organizaciones humanitarias advierten sobre la magnitud del desplazamiento masivo: unas 15,000 personas han llegado a Cúcuta, mientras otras buscan refugio en ciudades como Bogotá y Medellín o cruzan la frontera hacia Venezuela, donde se ha activado un operativo especial de ayuda.

Respuestas del Gobierno y críticas a la política de paz

El Gobierno del presidente Gustavo Petro, que defiende su política de «paz total» basada en diálogos con actores armados, enfrenta un desafío monumental. Petro declaró el estado de conmoción interior y movilizó 5,000 soldados a la región, mientras que los esfuerzos humanitarios se concentran en atender a los desplazados.

Sin embargo, estas medidas han sido calificadas de insuficientes. Analistas como Luis Fernando Trejos señalan que “el Estado parece reducido a un papel humanitario, casi que de observador”. Además, los actos del ELN, calificados por Petro como «crímenes de guerra», llevaron a suspender las mesas de diálogo con esta guerrilla, aumentando las tensiones.

Una tragedia de raíces profundas

El conflicto en el Catatumbo no es nuevo. Durante décadas, esta región ha sido escenario de enfrentamientos entre guerrillas, paramilitares y fuerzas del Estado. La llegada de la coca en los años 80 transformó el conflicto, convirtiendo los cultivos ilícitos en la principal fuente de ingresos de los actores armados.

A esta complejidad se suma la ubicación geográfica del Catatumbo, con una topografía que dificulta la acción militar y una frontera porosa que facilita el contrabando y el tráfico de armas.

El desafío de reconstruir el Catatumbo

La violencia en el Catatumbo refleja la necesidad urgente de un enfoque integral que combine seguridad, desarrollo económico y presencia estatal efectiva. Para los miles de desplazados, la prioridad inmediata es sobrevivir. Pero, a largo plazo, la paz en esta región solo será posible si se abordan las causas estructurales del conflicto: pobreza, marginalización y la falta de oportunidades.

Mientras tanto, el Catatumbo sigue siendo un recordatorio doloroso de la deuda histórica de Colombia con sus regiones más olvidadas.

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