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Historias de Fe y Milagros: La Devoción de Santa Rosa hacia la Divina Pastora

En la antesala de la visita número 167 de la Divina Pastora a la ciudad de Barquisimeto, el equipo de VEMO Digital se trasladó al pintoresco pueblo de Santa Rosa para adentrarse en el corazón de una tradición cargada de fe y esperanza. Bajo el imponente Arco de Santa Rosa, se entrelazan historias que han sido transmitidas de generación en generación, cada una más conmovedora que la anterior.

María Luisa y su legado de fe María Luisa Salcedo, una devota de 74 años, recuerda con emoción sus primeros pasos hacia la procesión de la Divina Pastora cuando apenas tenía 9 años. “Era mi abuela quien me llevaba cada 14 de enero. Me enseñó a rezar y a confiar en la Virgen. Hoy, sigo viniendo con mis nietos para agradecer por la salud y la paz que nos ha regalado”, compartió María Luisa, mientras encendía una vela en el altar principal.

Milagros que cambian vidas La historia de José Ramírez, un joven de 27 años, es un testimonio de cómo la fe puede transformar vidas. Hace tres años, sufrió un accidente automovilístico que lo dejó al borde de la muerte. Su madre, Carmen, recuerda aquellos días con lágrimas en los ojos: “Recé día y noche a la Divina Pastora para que lo salvara. Hoy, José no solo camina, sino que es un ejemplo de superación y gratitud. Cada año venimos juntos a dar gracias”.

Desde tierras lejanas Entre la multitud, encontramos a Ricardo Mendoza, un feligrés proveniente de Valencia, estado Carabobo. “Siempre veía las procesiones por televisión y sentía que algo me faltaba. Este año decidí venir con mi familia para experimentar la energía y la fe que se vive aquí. Es algo indescriptible. Le pedí a la Virgen por un empleo, y justo después de hacer la promesa, lo conseguí”, comentó emocionado.

Un sueño inolvidable Algunos devotos aseguran haber visto a la Divina Pastora en sueños. Este es el caso de Rosaura Pérez, una comerciante de 43 años, quien compartió su experiencia: “En el sueño, la Virgen me habló con dulzura y me dijo que nunca perdiera la fe. Desde ese momento, siento que su presencia me acompaña en cada paso que doy”.

Una promesa cumplida Sin duda, una de las historias más conmovedoras fue la de Andrea y su hija Sofía. Hace 11 años, los médicos le informaron que su bebé había fallecido en el vientre. “Fue devastador, pero no perdí la fe. Le recé a la Divina Pastora con todo mi corazón, y contra todo pronóstico, Sofía nació sana. Desde entonces, venimos cada año para agradecer este milagro”, relató Andrea, quien asegura que su hija es “un regalo de la Virgen”.

Una tradición que une generaciones El señor Enrique Vargas, de 58 años, lleva toda su vida participando en la procesión. “Recuerdo cómo mis padres me traían desde niño. Ahora soy yo quien trae a mis nietos. La Divina Pastora es parte de nuestra identidad como larenses. Su presencia nos llena de esperanza y fortalece nuestra fe”, afirmó con orgullo.

Estas historias son solo una muestra del impacto que la Divina Pastora tiene en la vida de quienes creen en ella. En cada rincón de Santa Rosa se respira un aire de devoción y gratitud que trasciende generaciones y fronteras, recordándonos el poder de la fe para transformar vidas.

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